Aún recuerdo cuando mi madre (que es probablemente la persona más importante en mi vida) me dijo que habían estrenado una serie ciertamente curiosa cuyo protagonista era un médico-detective con un sentido del humor cáustico y una leve cojera. Algo similar pasó cuando Glee fue estrenada en FOX (pese a que ya antes me habían hablado de ella). Teniendo en cuenta mi amor incondicional por los musicales y, por ende, la música, no hizo falta mucho para convencerme de su grandiosidad. Empecé a verla, cada día, religiosamente, pero eso de ver series en la televisión requiere un gran esfuerzo, un gran compromiso y una gran fidelidad: un día que te ausentas y estás perdido. Y esa es la razón por la que dejé la serie un poco de lado hasta hace cuatro días, como quien dice, cuando una increíble urgencia me llamó gritando y me dijo: «Ya te estás poniendo a revisionar la serie» y a ello que me fui de inmediato.
He acabado hoy de ver la primera temporada. Los revisionados de las series pueden resultar un algo tediosos si de 22 capítulos has visto 15 pero, en este caso, no eran tantos los que había visto y tampoco demasiado aburrido verlos de nuevo. ¿La razón? La música. Todas y cada una de las versiones que aparecen en la serie son rebuenas. Por otro lado, todos los protagonistas de la serie (que son bastantes) saben cantar, bailar y actuar y esto es algo que se agradece puesto que al ser una serie musical podría esperarse que los actores cantasen muy bien pero que ahí quedase la cosa y, por suerte, no es este el caso. En cuanto a lo que al argumento se refiere, varios y variados pajaritos me han comentado que no tiene ni pies ni cabeza y que no es demasiado creíble puesto que los personajes padecen de bipolaridad: un capítulo son así y al siguiente son asá. Pues bien, yo tengo una teoría para explicar y justificar este hecho porque, aunque sienta admitirlo, es un hecho tangible y palpable.
Estados Unidos, Ohio. Instituto público, grupitos. Esto es algo que se ha explotado hasta la saciedad y que está más visto que el tebeo, sí. Sin embargo, lo que tiene esta serie que otras muchas andan faltas de es, precisamente, que desmonta estos convencionalismos tan típicamente americanos: animadoras, asiáticos, macarras, jugadores de fútbol americano, homosexuales, afroamericanos, gente rara y especial, todos juntos, unidos por algo común a todos ellos. Ofrece una nueva perspectiva y ofrece una nueva idea que destruye los pensamientos preconcebidos y no encasilla o pone una única etiqueta a sus protagonistas pues, como personas y adolescentes que son, son capaces de muchas cosas. Y es que en muchas ocasiones es todo fachada pero detrás de esas máscaras hay personas que comparten un sueño, personas que se ven llevadas por la masa cuales borreguitos y las presiones y las expectativas que los demás tienen de ellos. Luchan contra su entorno y contra ellos mismos con un sólo propósito: conocerse y descubrise a sí mismos a través siempre de la música.
Creo que es un mensaje muy positivo y pese a que reconozco que puede resultar increíble no es de todo punto imposible. Pienso que es una visión que puede ayudar a mucha gente ahí fuera, que pueda sentirse del mismo modo que se sienten los protagonistas de Glee. Las situaciones se tratan con levedad e incluso humor, es cierto, pero eso no afecta en ningún caso a lo que esta serie quiere mostrar y demostrar. Además, siempre está bien ver un punto de luz, un algo de esperanza y reconciliamiento en esos «maravillosos» años del instituto y la adolescencia. Por otro lado, siempre son refrescantes las visitas inesperadas de actores o actrices o cantantes o cantrices en la serie, que dan lugar a historias paralelas y dejan ver, en ocasiones, el lado oscuro de los susodichos.
En definitiva, creo que es una serie original no sólo por el hecho de ser musical (y tener un repertorio impecable) sino por ese nuevo aspecto que desbarata (quizá idealísticamente) todos estos artificios sociales y proporciona un tremendo regocijo. Sólo el tiempo dirá qué nos depararán las próximas temporadas pero, como poco, siempre nos quedará el buen musicote del club del júbilo.
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