16.11.11

The Hobbit


Todo empezó con  esta simple frase: "In a hole in the ground there lived a hobbit" (En un agujero en el suelo, vivía un hobbit). Hace muchos, muchos años mi madre, amante de la fantástica literatura fantástica y seguidora acérrima de J. R. R. Tolkien (y, en estos momentos, fanática empedernida de la saga de Geroge R. R. Martin y sus canciones de hielo y fuego), me debió de proponer el libro como una buena lectura veraniega o escolar, vaya usted a saber (pues no me acuerdo ni cuándo ni cómo ni dónde me leí por primera vez El hobbit). Yo, como suele sucederme, le estoy eternamente agradecida. 

Soy consciente de que mucha gente opina que para leer a Tolkien hace falta fe y paciencia, pero yo, desde luego, nunca las he necesitado. Si bien es cierto que no he pasado de la precuela de The Lord of the Rings, considero bastante amena y divertida la narrativa de este gran maestro de la literatura británica (y universal, por supuesto porque... ¿quién a estas alturas de la vida no ha calificado como «pies de hobbit» a unos pinreles peluditos?). El hobbit no es más que un cuento que Tolkien pensó para contarle a sus hijos y que desembocó en uno de los mayores legados que literatura fantástica nos ha dejado en la actualidad. Además, es muy curioso cómo se puede palpar ese humor inglés tan característico durante todo el viaje que lleva a Bilbo y a los trece enanos hasta la morada de Smaug, con ayuda de un mago barbudo llamado Gandalf.

Se trata de un relato de aventuras en plena Tierra Media y de un anticipo, un aperitivo de lo que sería la gran obra de Tolkien. A mí, personalmente, me emociona pensar que de un libro como El hobbit naciese todo ese mundo del que ahora, inconscientemente, participamos casi a diario (para mí, por lo menos, que me paso el día haciendo referencias a películas, series y libros, es una de las mayores fuentes de sabiduría) y que se ha convertido en elemento cultural fundamental desde que a finales de la década de 1930 se publicase la primera edición de El hobito, título que recibió la novela en su primera traducción al español (a manos de Teresa Sánchez Cuevas) y que no agradó a muchos, incluido el propio profesor de la Universidad de Oxford y no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la susodicha decidió traducir "troll" como «enano», "dwarf" como «gnomo» y "goblin" como «duende». Eso sí, yo he reconocer, que la palabra «hobito» me resulta más que entrañable (y, desde que me enteré de su existencia, no hago más que usarla para hablar de Bilbo Bolsón).

No cabe duda de que nosotros, españolitos, le debemos mucho a Manuel Figueroa y a su impecable traducción; sólo hace falta echarle un vistazo a las rimas y acertijos y a sus respectivas traducciones (¡que también riman!) para saber que su trabajo es más que sobresaliente (tema sobre el cual es muy probable que haga un trabajo para mi querida asignatura de Hermenéutica). En cualquier caso, y dejando (o no) la traducción a un lado, se trata de un libro, en mi opinión, divertido, entrentenido, interesante y educativo, además de suponer uno de los pilares de la literatura fantástica y, como decía antes, una de las referencias literarias y, posteriormente, cinematográficas más conocidas y reconocidas que existen. Por eso creo que todos los que aman este mundo plagado de hobbits, de elfos, de enanos, de hombres, de goblins, de wargos, de dragones y de arañas deben leer, al menos una vez en la vida, el comienzo de estos apasionantes viajes, el origen de este universo que es el que Tolkien nos regaló.

¡Ah, se me olvidaba! La banda sonora esta vez ha sido, nada más y nada menos, que el ...Is A Real Boy de mi amado Max Bemis y su amable (del verbo amar) grupo Say Anything, en concreto la 'Spidersong'. Ahí queda eso...

Ps. ♥♥♥

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