5.6.11

I Love You Phillip Morris


Como bien dice el leitmotiv del cartel: «Una historia tan incríble que sólo podía ser cierta». Si uno mira la foto, lo más probable es que por su cabeza pasen una montonera de cosas (y no todas agradables) pero supongo, o al menos fue lo que yo más o menos tenía en mente antes de verla, que lo más normal es pensar: «¡Menuda parida de película! ¿Es que Jim Carrey no sabe más que hacer el tonto? ¡Ewan, guapo!», con alguna variación incorporada.
En cuanto a la primera afirmación, podríamos decir que no es una película que esté tratada de una forma seria, sesuda y trascendentaloide, es decir, te despiporras en alguna que otra ocasión de lo a'surda y subrealista que resulta; la pregunta retórica ya quedó respondida hará ya 13 años con The Truman Show o hace 6 con Eternal Sunshine of the Spotless Mind y, además, no hay nada malo en que uno sea hilarante y quiera explotar ese don al máximo; la tercera afirmación es completamente correctísima.

Una vez hemos aclarado estos puntos previos, podemos dar paso a analizar el increíble pero cierto hecho de que esta película está basada en una historia real. No sé cuánto distará el filme de la vida real de Steven Russell (tengo abierta la entrada de Wikipedia justo al ladito) pero, aún teniendo en cuenta que lo más seguro es que esté alterada e hiperbolada, se puede considerar esta como una historia bastante, bastante interesante a la par que increíble: un escapista embaucador con un coeficiente intelectual de 163 que finge su propia muerte y es capaz de escapar repetidas veces de la cárcel es un gran personaje para una película pero aún lo es más para el mundo real en el que vivimos.

Porque en las películas tendemos a creernos todo, a pensar que cualquier cosa es posible pero cuando te das cuenta de que todas esas cosas han ocurrido de verdad, que esa persona es real, que ha vivido (más o menos) todo eso una sensación agridulce se te mete por el cuerpo pues que un personaje carismático de ficción deba cumplir sentencia hasta el 12 de julio del 2140 en una celda solitaria sin más que una hora para salir de ella puedes asumirlo sin que tu vida se vea afectada en modo alguno pero no cuando, de repente, te das cuenta de que los actores terminaron la peli y volvieron a casa pero que Steven Russell sigue ahí dentro, encerrado de por vida y te das cuenta de que, pese al tono cómico y jovial de la película, se trata de una historia trágica y dura y que, incluso, llega a hacer que te plantees cosas sobre lo que son la vida, el amor, las mentiras, la ambición, el poder, el dinero, la soledad y la desesperación.

Supongo que siempre he sido una fanática y loca admiradora de Jim Carrey, quien ha conseguido hacerme reír y llorar en nombradas ocasiones y que, una vez más, no me ha decepcionado. Ya no es un pipiolo ni mucho menos, ya no es aquel detective de mascotas o aquel mentiroso compulsivo pero sí que sigue siendo un gran actor y con los años, a pesar de haber seguido haciendo de las suyas, hemos podido disfrutar de facetas suyas que jamás hubiéramos imaginado posibles y pienso que eso es algo que merece reconocimiento y admiración. Por todo ello le doy a esta pareja tan peculiar un ♥♥♥♥, por dejarnos conocer la vida de alguien tan particular como es Steven Russell y por sentar precedentes al interpretar papeles nada convencionales en este pequeño gran mundillo del cine.

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