Aún recuerdo aquel día... Corría el curso 2002-2003; como tantas otras tardes andaba yo pegada a mi ordena hablando por Messenger (¡qué tiempos!) con un chavalote repetidor de mi clase llamado Sergio. A pesar de que su compañía acabó no siendo de mi agrado, siempre le agradeceré que me abriese el camino (y las orejas) al mundo musical en que hoy día habito. Dos fueron las canciones que me mandó aquella tarde: 'Someday' de Nickelback y 'I'd Do Anything' de Simple Plan. Curioso que estos dos «géneros» se hayan convertido en dos de mis tipos de música preferidos aunque está claro cuál ganó la batalla... No Pads, No Helmets... Just Balls fue el primer disco que metí en mi primer MP3 (¡anda que no ha llovido desde entonces!) y uno de los primeros que recuerdo haber ido a comprarme. Tres años después y ya con su Still Not Getting Any... en el mercado, un 29 de junio, andaba yo botando con ellos en Las Ventas al ritmo de 'Jump', un día después de haber olido a Jimmy Eat World y visto a Green Day y estudiado a Billie Joe Junior en el Telefónica Arena (¡qué año!).
Cuatro años pasaron y Simple Plan (re)apareció y con él la debacle. Recuerdo que me lo pedí por Reyes y que me gustó tan, tan poco que estuve a punto de devolverlo... Sigue pareciéndome un disco bastante malucho, la verdad sea dicha. Los años siguieron pasando y, sin pena ni gloria, Pierre (mozalbete apuesto de la foto) y sus amigos se vieron relegados a un irremediable segundo o tercer plano mientras que otros grupos alzaban el vuelo (metafórico) en mis oídos pero el pasado año Pascual sacó un anunció para uno de esos zumos con leche que tanto asco me dan que tenía una canción de fondo que sí me gustaba y mucho. Varias veces anduve buscando qué cancioncilla era e intentando cazar alguna frase de la letra para buscarla y el 30 de junio (Last.fm me lo ha chivado) di con ella: 'Jet Lag' de Simple Plan. ¡Tenían disco nuevo! No sin miedo, entré en Spoty y me puse a escucharlo. No le di más de dos vueltas pero, en general, me gustaba el rollito y, gracias a Zeus, no se parecía demasiado al desastre de 2008. No le di mucho más bombo a la cosa hasta que, hace unos meses ya, me enteré de que venían de gira a Madrid y, sin dudarlo, me saqué una entrada en uno de estos ataques de nostalgia que nos atrapan y nos devuelven a otro tiempo, como diría aquí el amigo Don Draper intentando vender un rulo de Kodak.
Acabaron agotándose las entradas como era de esperar si tenemos en cuenta, además, que los teloneros eran We the Kings que aún no habían pisado esta tierra de conejos. A medida se acercaba el día, las ganas aumentaban. Sabía que iban a ser unas semanas duras las que viniesen después y era una de las mejores formas (mi preferida desde luego) de soltar adrenalina y pasar un buen rato (y quedarse sin voz, de paso). Además, mi colegas de aventura resultaron ser la mejor de las compañías posibles. Con un algo de morro, llegué un par de horas antes de que se abriesen las puertas. Vistalegre y yo volvíamos a encontrarnos después de nuestra quedada con Sum 41 hacía ya más de un año ya. Tengo que dejar por escrito que la organización fue excelente, como nunca antes; guardias, vallas, gente con cerebro debajo de sus crestas y flequillos... ¡Enhorabuena! Después del desastre de 30 Seconds to Mars juré que no volvería a hacer una cola (al menos allá) en mi vida pero viendo la considerable mejora me lo pensaré. Ahora, tendrían que venir Say Anything y Dashboard Confessional juntos o algo para que yo sopesara hacer una cola de horas y horas ya que, al final, acabas agotado antes siquiera de haber entrado y creo que no merece mucho la pena aunque, claro, la primera fila en uno de esos conciertos tiene que ser espectacular (¡y las fotos ni te cuento!).
No soy fan de We the Kings pero el hecho de que versionasen el 'The Middle' de Jimmy Eat World me hará venerarles ya para fin de los tiempos. Me sorprendió porque no demasiada gente coreó la letra de este himno tan épico pero yo me lo pasé teta (¡ups!) desgañitándome y brincando como un avestruz espídico*. Después de que ese tiempo interminable entre que se va el telonero y sale el cabeza de cartel hubiera pasado, (re)aparecieron los canadienses y empezó la acción. Yo sabía que mi canción iba a formar parte del repertorio sí o sí pero no sabía si iba a haber mucha canción de antaño o si, por el contrario, el setlist iba a estar poblado de nuevos éxitos y todo salió a pedir de boca. 20 canciones y más de hora y media de recital musical memorable que me dejó tres días sin voz y que me recargó las pilas (hasta ayer viernes cuando mi cuerpito dijo basta). Fueron tan majos y Pierre cantó tan bien que no me arrepiento un ápice de haber comprado mi entrada y de haber podido formar parte del regreso del grupo pionero dentro mi corta vida musical (después de los Backstreet Boys, por supuesto). ¡Larga vida al musicote canadiense!
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