9.8.11

Capitán América


Y por fin llegó la hora del resarcimiento y la venganza. Me explico: cuando estrenaron Thor estuve piando semana tras semana para que alguien me acompañase al cine a ver al rubiales y fortachón dios del trueno pero nadie oyó mis plegarias y, como es lógico, acabaron quitando el filme de las salas (excepto tres en las que sigue dando guerra pero ya en españolito). Ni recalcando que el director era el gran Gilderoy Lockhart o haciendo saber que, de hecho, las críticas habían puesto bastante bien la película conseguí convencer a nadie lo suficiente como para granjearme un amigo de butaca (aunque ya he aprendido la lección y para la próxima nos vamos yo y mi sombra y andando). Pero esta vez las tornas han cambiado...

Hace ya muchos años, siendo yo una ingenua y pequeña párvula, estaba en mi poder un muñecajo del Capitán América, de estos chiquitos de plástico al que se le podían mover un poco las extremidades. Como es de esperar, con 5 años no estaba yo leyendo mucho cómic de superhéroes pero, a pesar de todo, siempre supe el nombre de aquel tipo del traje azul y el escudo redondo. Un día mi total desconocimiento de cuál era realmente su fuerte me hizo, en un ataque de euforia infantiloide, lanzarle por los aires en un vuelo sin motor con la mala suerte de que fue a parar al tejado de las «jaulitas» que, como su nombre indica, eran unos patios pequeños con verjas donde nos sacaban cuando llovía. Aún hoy tengo la esperanza de poder recuperarlo, de que siga ahí, después de más de 15 años, esperando a ser rescatado (lo cual me recuerda un poco al tema que aquí realmente nos ocupa).

Pese a ser desde siempre uno de mis superhéores preferidos, ya fuera por nostalgia o porque me gustase mucho el traje que llevaba, la verdad es que nunca leí nada sobre él, ni siquiera eché un vistazo a su artículo en la Wiki, lo reconozco. Siempre fue como James Dean para mí: murió joven, en su mayor esplendor y así fue inmortalizado en mi mente y en mi memoria. Por todo ello, hace una semana que me senté en aquella butacón para descubrir por primera vez quién era realmente el hombre hombre detrás de la A y la sorpresa fue bastante grata, la verdad.

De primeras, no sabía que fuera un cómic ambientado en los años 1940. Tampoco sabía que Steve Rogers, en origen, no era más que pobre chavalillo, debilucho y enclenque, que lo único que quería era la oportunidad de poder ayudar a su país en la lucha contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Tampoco sabía que era elegido por su valor, su perseverancia, su esfuerzo y su compromiso para con aquello en lo que él creía de corazón para convertirse en una nueva generación de soldados que conseguirían acabar con el eje del mal en Europa. Si bien el elemento patriótico es más que obvio (y, a veces, un tanto patético), me gustó la ambientación y también la personalidad del protagonista, la cual no puedo juzgar más que por la adaptación que han hecho de ella en la película.

La el filme tiene puntos muy graciosos aunque los efectos especiales dejan un poco que desear, salvo la caracterización de Evans esmirriado. El tono de la película, en ocasiones, me recordaba a aquel de Sky Captain y el mundo del mañana y lo más espectacular de toda la película eran, sin duda, los músculos que Chris Evans había tenido que desarrollar para grabar la película, el tío bueno de Harvard, según Annie Braddock (y no le faltaba razón). Por otro lado, al estar en la inopia sobre la relación entre los Vengadores, hubo algunos detalles que se me escaparon y que, a la salida, me revelaron y entonces ya todo fue mezclándose y formando un pequeño ovillo de superhéroes de Marvel. Puedo decir que me gustó y me entretuvo pero no me entusiasmó, además de que aborrezco los doblajes en castellano de los personajes germanos, con lo que creo que voy a darle a nuestro gran héroe americano entre un y un , aunque Steve Rogers siempre, siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.

2 comentarios:

  1. El cómic no es que esté ambientado en los años 40, es que el personaje lo crearon en los años 40 y en su primer número salía dando un puñetazo a Hitler. Su nacionalismo es fruto de la época en la que nació, igual que Supermán, otro gran "defensor del modo de vida americano". Si no se tiene eso presente el personaje acabará por caerte gordo. Saludetes!

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  2. Entiendo, entiendo. Hombre, pues sí, es algo a tener en cuenta, la verdad. No me calló gordo (más bien cachas) pero sí, supongo que hay que contextualizar el asunto y intentar verlo del modo en que ellos lo vieron al inventar a este personajillo. ¡Saludos, Charles!

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