11.10.12

Killing Them Softly




El pasado miércoles, con eso de que los Renoir andan arrimando el hombro en estos tiempos recesivos que corren, decidí ir a ver Killing Them Softly a la primera sesión (esa en la que te entra la sueñera de después de comer y en la que de no ser por el señor de la última fila estarías tú solita) al razonable precio de 6 leuros la entrada. Además de que era la primera vez que iba al cine sin acompañante (y la experiencia no resultó ni dramática ni desoladora, sepan ustedes), fue, en cierto modo, una terapia de choque cinematográfica pues el anterior domingo había tenido la desgracia de ver A Roma con amor (♥♥ siendo muy pero que muy generosa y porque Pe me hizo hasta gracia en algunos momentos...) y necesitaba resarcirme de alguna manera (¡y cuanto antes!).

No puedo negar que, como me viene pasando con Leonardo DiCaprio desde hace algunos años (diez para ser más exactos), siempre estoy detrás de lo que este hombretón (que para mí sigue siendo el más apuesto de la meca del cine) anda haciendo y cuando vi que había vuelto a trabajar con Andrew Dominik (director de la maravillosa The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, con la cual me he vuelto a hacer y espero revisionarla a poco más tardar), no me lo pensé ni un segundo: tenía que ir a verla. No obstante, y como ya me sucediera en la segunda película del director neozelandés con Casey Affleck, quien me pilló por sorpresa y acabó conquistándome con su interpretación fue Scoot McNairy, que de todo el elenco aparece el penúltimo en letra chiquitaja; porque aquel que anduvo buscando un beso a medianoche, a pesar de ser uno de los secundarios, es un personaje que acab destacando, con un destino más o menos insospechado que resulta ser una pieza bastante clave del rompecabezas (nunca mejor dicho). Y no es que haya algo que reprocharle a Brad (que, por cierto, se llama William Breadley Pitt), pero en esta ocasión me quedo con Scoot sin dudarlo. 

La película tiene un argumento bastante simplón, pero lo interesante es la crítica soterrada hacia los Estados Unidos, que está bastante bien tratada y que acaba convirtiéndose casi en otro personaje más, a través de programas radiofónicos o de televisión donde aparecen los candidatos a la presidencia del país en campaña alabando las virtudes del país, mencionado el supuesto sueño americano y haciendo ver cómo están a la cabeza del mundo en todos los aspectos de la vida cuando la realidad (mostrada en la película) es bien distinta: asesinos a sueldo, ladrones de poca monta, empresarios corruptos, todos y cada uno de ellos movidos por la avaricia o la más desdichada necesidad. De ahí que el lema de la película fuese «America is not a country, it's a business», es decir, que Estados Unidos no es un país, no es la nación unida donde todos los hombres nacen con los mismos derechos y oportunidades sino que es un puro y cruento negocio.

Con un par de escenas brutales (en todos los sentidos de la palabra) y unas apariciones estelares de genios del cine y la televisión como Richard Jenkins, Ray Liotta y James Galdolfini (al que parecía, pobrecito Tony Soprano, que le iba a dar un paro cardiaco en cualquier momento...), es un thriller no muy elaborado pero que sí creo merece la pena y al que vamos a darle entre ♥♥♥ y ♥♥♥♥ alto. Y si no les ha convencido mi humilde reseña, vuelvan al 2007 y acompañen a Jesse James y a Robert Ford en su magnífica historia por el salvaje oeste porque The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford (¡menudo título largo!) es un filme, como les gusta decir ahora, que sólo por la fotografía ya es una pequeña obra maestra (y del que creo volveremos a hablar pronto). ¡Que la fuerza os acompañe, jóvenes padawanes!

29.8.12

The Gaslight Anthem



El relato de mi hermana de sus andanzas este mes por tierras inglesas me ha traído muchos recuerdos a la mente de mis dos veranos en Irlanda hará ya la friolera de cinco años. Además de que tomásemos el mismo desayno (Frosties y zumo de naranja) y que los pack-lunchs nos parecieran igual de abominables, una de las cosas en las que estamos de acuerdo es que el Sky es la gloria divina; canales y más canales de todo lo que uno pueda imaginarse entre los que, por supuesto, había como unos doce exclusivamente dedicados a música. Estaban todos los tipos de MTV que existen, más el canal de Kerrang! (mi preferido, obviamente), los tantos de VH1 y algún otro que ni recuerdo cómo se llamaba. ¿Y a qué viene esta perorata nostálgica? Pues a que precisamente la primera vez que escuché a The Gaslight Anthem fue gracias a este artefacto televisivo tan sumamente potente. Una de esas mañanas de domingo en las que yo andaba practicando el zapeo di a parar con el vídeo del 'The 59' Sound'. De hecho (apunte friqui total), creé una Nota en el móvil en la que iba apuntado todos los grupos que iba descubriendo y recuerdo perfectamente estar en el cuarto y escuchar el estribillo de este temazo y asomarme al salón para ver qué era aquella maravilla que andaba inundando toda la casa. Fue entonces cuando el romance entre el grupazo de Brian Fallon y aquí una servidora comenzó, allá por el verano de 2008.

Aunque fue el The 59' Sound lo primero que escuché suyo y aunque mi canción preferida de siempre pertenezca a este discazo ('Here's Looking At You, Kid'), siempre asociaré The Gaslight Anthem con una canción que pertenece a su primer álbum, Sink or Swim, llamada 'Drive', que me parece que posee un ritmo y una melodía magníficas que unidas al impresionante vozarrón de Brian Fallon dan vida a un temazo en toda regla de los de New Jersey. A lo largo de estos años he seguido su carrera musical digamos que no muy exhaustivamente aunque siempre he estado pendiente de nuevos lanzamientos y algún que otro proyecto paralelo (como The Horrible Crowes) pero, a pesar de todo, siempre han sido uno de mis grupos predilectos por esa capacidad que tiene su música de tranportarme, cada vez que les escucho, al pasado. Ahora más que nunca les he recuperado pues han supuesto mi propia banda sonora mientras leía In Cold Blood; de hecho, llegué a plantearme (paranoicamente quizá) que el 'The 59' Sound' hiciera referencia a la familia Clutter y a aquel fatídico año. En cualquier caso, no estamos en 1959 sino en 2012, que ha resultado ser el año apoteósico de los Gaslight Anthem gracias a este nuevo disco llamado Handwritten. Ya mi amigo bloggero lo dejó claro en su momento dándole cinco estrellas en su exquisita reseña, pero no ha sido sólo él; los músicos (como nuestro amigo Gustav Wood) y la crítica se han volcado positivamente con el nuevo trabajo de Brian Fallon y, la verdad, tienen sus razones. Aunque para mí su segundo álbum siempre tendrá un sabor especial, reconozco que Handwritten es una pequeña obra maestra de la música moderna.

Con su voz rasgada y sus melodías rockeras, Fallon y sus amiguetes de grupo consiguen, como siempre han hecho (y eso que el American Slang no me entusiasma), regalarnos los oídos con sus temazos al más puro estilo Springsteen. Para aquellos que quieran un rock de tintes clásicos y una voz singular, The Gaslight Anthem son una de las mejores opciones que la música de hoy en día tiene que ofrecer. ¡Buen trabajo, muchachos! Tenía intención de pasarme a veros en mi periplo por tierras escocesas pero las entradas de Glasgow volaron como la pólvora pero, ¿de qué me sorprendo? Dudosa está mi presencia en los Mandriles el 9 de noviembre pero si resulto andar por acá, la Sala Cats disfrutará un algo de mis grititos flaneros y de algunas gotitas sudoríparas. Hasta entonces, disfruten de lo que queda de este verano fugaz y sigan escuchando buena música a todas horas.