24.3.12

Simple Plan


Aún recuerdo aquel día... Corría el curso 2002-2003; como tantas otras tardes andaba yo pegada a mi ordena hablando por Messenger (¡qué tiempos!) con un chavalote repetidor de mi clase llamado Sergio. A pesar de que su compañía acabó no siendo de mi agrado, siempre le agradeceré que me abriese el camino (y las orejas) al mundo musical en que hoy día habito. Dos fueron las canciones que me mandó aquella tarde: 'Someday' de Nickelback y 'I'd Do Anything' de Simple Plan. Curioso que estos dos «géneros» se hayan convertido en dos de mis tipos de música preferidos aunque está claro cuál ganó la batalla... No Pads, No Helmets... Just Balls fue el primer disco que metí en mi primer MP3 (¡anda que no ha llovido desde entonces!) y uno de los primeros que recuerdo haber ido a comprarme. Tres años después y ya con su Still Not Getting Any... en el mercado, un 29 de junio, andaba yo botando con ellos en Las Ventas al ritmo de 'Jump', un día después de haber olido a Jimmy Eat World y visto a Green Day y estudiado a Billie Joe Junior en el Telefónica Arena (¡qué año!).

Cuatro años pasaron y Simple Plan (re)apareció y con él la debacle. Recuerdo que me lo pedí por Reyes y que me gustó tan, tan poco que estuve a punto de devolverlo... Sigue pareciéndome un disco bastante malucho, la verdad sea dicha. Los años siguieron pasando y, sin pena ni gloria, Pierre (mozalbete apuesto de la foto) y sus amigos se vieron relegados a un irremediable segundo o tercer plano mientras que otros grupos alzaban el vuelo (metafórico) en mis oídos pero el pasado año Pascual sacó un anunció para uno de esos zumos con leche que tanto asco me dan que tenía una canción de fondo que sí me gustaba y mucho. Varias veces anduve buscando qué cancioncilla era e intentando cazar alguna frase de la letra para buscarla y el 30 de junio (Last.fm me lo ha chivado) di con ella: 'Jet Lag' de Simple Plan. ¡Tenían disco nuevo! No sin miedo, entré en Spoty y me puse a escucharlo. No le di más de dos vueltas pero, en general, me gustaba el rollito y, gracias a Zeus, no se parecía demasiado al desastre de 2008. No le di mucho más bombo a la cosa hasta que, hace unos meses ya, me enteré de que venían de gira a Madrid y, sin dudarlo, me saqué una entrada en uno de estos ataques de nostalgia que nos atrapan y nos devuelven a otro tiempo, como diría aquí el amigo Don Draper intentando vender un rulo de Kodak.

Acabaron agotándose las entradas como era de esperar si tenemos en cuenta, además, que los teloneros eran We the Kings que aún no habían pisado esta tierra de conejos. A medida se acercaba el día, las ganas aumentaban. Sabía que iban a ser unas semanas duras las que viniesen después y era una de las mejores formas (mi preferida desde luego) de soltar adrenalina y pasar un buen rato (y quedarse sin voz, de paso). Además, mi colegas de aventura resultaron ser la mejor de las compañías posibles. Con un algo de morro, llegué un par de horas antes de que se abriesen las puertas. Vistalegre y yo volvíamos a encontrarnos después de nuestra quedada con Sum 41 hacía ya más de un año ya. Tengo que dejar por escrito que la organización fue excelente, como nunca antes; guardias, vallas, gente con cerebro debajo de sus crestas y flequillos... ¡Enhorabuena! Después del desastre de 30 Seconds to Mars juré que no volvería a hacer una cola (al menos allá) en mi vida pero viendo la considerable mejora me lo pensaré. Ahora, tendrían que venir Say Anything y Dashboard Confessional juntos o algo para que yo sopesara hacer una cola de horas y horas ya que, al final, acabas agotado antes siquiera de haber entrado y creo que no merece mucho la pena aunque, claro, la primera fila en uno de esos conciertos tiene que ser espectacular (¡y las fotos ni te cuento!).

No soy fan de We the Kings pero el hecho de que versionasen el 'The Middle' de Jimmy Eat World me hará venerarles ya para fin de los tiempos. Me sorprendió porque no demasiada gente coreó la letra de este himno tan épico pero yo me lo pasé teta (¡ups!) desgañitándome y brincando como un avestruz espídico*. Después de que ese tiempo interminable entre que se va el telonero y sale el cabeza de cartel hubiera pasado, (re)aparecieron los canadienses y empezó la acción. Yo sabía que mi canción iba a formar parte del repertorio sí o sí pero no sabía si iba a haber mucha canción de antaño o si, por el contrario, el setlist iba a estar poblado de nuevos éxitos y todo salió a pedir de boca. 20 canciones y más de hora y media de recital musical memorable que me dejó tres días sin voz y que me recargó las pilas (hasta ayer viernes cuando mi cuerpito dijo basta). Fueron tan majos y Pierre cantó tan bien que no me arrepiento un ápice de haber comprado mi entrada y de haber podido formar parte del regreso del grupo pionero dentro mi corta vida musical (después de los Backstreet Boys, por supuesto). ¡Larga vida al musicote canadiense!

11.3.12

The Long Good-Bye


¿A que es bonita mi edición? Adoro Penguin pero creo que deberían molestarse en poner ese pequeño plieguito tan útil que llevan algunos libros y que evita que los cantos acaben como recién salidos de un baño de sales...

Tal y como ya me propuse hacer con V for Vendetta, algún día cogeré The Long Good-bye y anotaré todos esos finales de capítulo, todas esas disertaciones tan fantásticas que, como salidas de la nada, Chandler, a través del gran Marlowe, nos regala; y, por supuesto, todas esas frases sesudas y filosofadas que, tamizadas entre metáforas alimenticias, te dejan boquiabierto y te hacen pensar y pensar y pensar. Es fantástica esa sensación que a uno le embarga cuando se da cuenta de que está leyendo literatura con mayúsculas. Sé que al pobre Raimundo se le consideraba un autor menor porque escribía novela negra y policíaca pero, sinceramente, no sé en qué andarían pensando los críticos de la época. Su retrato de L.A. es una maravilla convertida en palabras y sus descripciones de los personajes que, a lo largo de la novela, van apareciendo es magistral; pero, sobre todo, Philip Marlowe es uno de los mejores personajes con los que he tenido el placer de encontrarme en mi humilde e inexperta vida lectora. Sé que no he de confundir creador y ser creado y que tras la fachada dura y el corazón tierno del detective privado se encuentra el genio del escritor californiano.

¿Con qué me quedo? Con su disertación sobre los tipos de mujeres rubias que existen, con su comentario sobre las ensaladas que se toman los hombres en los bares pero que les tirarían a sus mujeres si se las pusieran para cenar y con la cruda y espectacular fotografía que uno parece estar viendo de la ciudad de los ángeles allá por la década de los 1950 mientras lee las palabras de este diamante en bruto de la literatura norteamericana. Ni que decir tiene que lo recomiendo fervientemente; por último, debo dar las gracias a mi amiga cultureta por recomendarme uno de sus libros prefes que ha acabado, como no podía ser de otra manera, convirtiéndose en uno de los míos. Farewell, my lovely!

Ps. ♥♥♥♥

3.3.12

Shame


De todas las películas que sacaron en la previa a los Oscars (aunque esta, precisa e injustamente, no estuvo entre las candidatas pero, bueno, ya sabemos cómo son los académicos estos hollywoodienses...), esta es, probablemente, la que más ganas tenía de ver. Bien sea la curiosidad (que algunos ignorantes considerarán depravada) o bien sea lo precioso que me pareció el trailer de la película, cuya fotografía resultó ser, al final, lo que más me gustó de la susodicha porque es, sencillamente, un filme «bonito de ver». En cualquier caso, tenía ganas y después de algunas semanas, después de algunas tertulias, después de algunos intercambios de opiniones y perspectivas, puedo decir que me gustó bastante. Es una película muy sórdida, muy triste y muy conmovedora; Fasssbender y Mulligan están tremendos (sobre todo él y, aunque yo me refiera al plano interpretativo, pueden verlo como deseen) y la historia es tan dura que a veces cuesta mirar. Es un sufrimiento y una culpa tales los que transmiten que el corazoncito se te encoge pero creo que eso es lo que el cine busca: despertar sensaciones, tanto buenas como malas, en aquellas personitas sentadas en la butaca. Si esto es así, Shame lo consigue con creces. Además, es realmente complicado no caer en la tentación de, al hacer una película sobre un adicto al sexo, ser gráfico, escabroso y desagradable. Steve McQueen (cuyo tocayo, subido en su moto, vela por mi gran evasión de la realidad mientras duermo) consigue hacer una película maravillosa sobre las relaciones humanas y cómo de jorobadas se pueden volver cuando algo se tuerce. Un ♥♥♥♥ para Shame y un A+ para Michael, al que, a mucho no tardar, veré de nuevo en Hunger.

Ps. ¿Vosotros sois de los que visteis algo turbio entre Brandon y Sissy o de los que no?

Ps2. ¡Feliz centenario hobbit!