28.10.11

The Kooks


Supongo que, como muchos de vosotros, la primera vez que escuché una canción de estos majetes inglesitos fue en aquel anuncio de Canal+ de las apuestas sobre qué canales existían y cuálos no. Sin embargo, juraría que fue no entonces, no hasta un tiempo después cuando comencé a escucharles. La personilla que me ha enseñado muchos de los grupejos indie que escucho hoy en día a lo largo de todos estos años es partidaria del disco nambergüan, es decir, Inside In / Inside Out, pero yo soy del namberchu, es decir, Konk. Puesto que este salió en 2008 y su hermano mayor allá por el 2006, concluyo que fue con la tierna edad de 18 o 19 años cuando me aficioné a ellos (tanto que con toda la tralla que les di y, a pesar de haber pasado ya tiempo desde la fiebre de estos cocineros, ocupan un nada desdeñable puesto número 17 en el Last.fm).

Durante meses y meses rezamos por que se dejasen caer por tierras españolas para poder disfrutar de su britpop a gusto pero nuestras plegarias no obtuvieron respuesta. No hasta este año 2011. Hace ya unos meses anunciaron que iban a venir a presentar el tercer disquete y asimismo la preventa y yo, con buen acierto, decidí comprar un par de entradas (que se agotaron, no en 20 minutos, pero en pocas semanas). ¡Hasta los topes estaba La Riviera el sábado pasado! Había muy buen ambientillo y la gente (como suele ocurrir en los conciertos en los que los menores no pueden entrar) se portó. Por cierto, este aspecto de las festividades musicales y la edad límite de entrada sería un buen tema de debate porque... ¡anda que no da de qué hablar en las vueltas a casa en los metros a las tantas de la noche! En cualquier caso, la cosa habíase retrasado y cuando llegamos a la explanada la rivera del Manzanares, a eso de las 20.15, había una fila inmensa de gente esperarando para entrar...

Obviamente no pudimos ni catar a los teloneros, que no parecían estar del todo mal por lo que pude escuchar de ellos en vídeo de YouTube. Se recogieron y los pipas empezaron a montar las cosas para dar el conciertazo (o eso imagino pues no estuve presente). Fue un concierto muy bueno desde el punto de vista musical (¡que no es poco!): tocaron muchas canciones tanto del primer álbum como del segundo, la actuación fue espectacular, Luke Pritchard ejerció de líder del grupo de lo lindo y no dejó de hacer monerías por el escenario, subiéndose a los baffles y deleitando con su maravillosa y preciosa voz (con su maravilloso y precioso e ininteligible acento británico). Además, entré pensando que la nueva dirección de su música no me acababa de calar y salí pensando que quizá me había equivocado y que tendría que darle otra oportunidad a la «basura del corazón» que acaban de crear y presentarnos en tierras madrileñas. Y con este añadimos otro más a la lista de grupos que he visto en directo, que espero siga engrosando al ritmo que ha llevado estos últimos seis años. ¡A poner  su musicote en vuestras orejillas ya!

Ps. Como diría mi gran amigo Ryan, la gente debiera hacer un examen para tener derecho a votar, a tener hijos y, aquí una servidora, añade que también para asistir a eventos públicos (como son, en este caso concreto, los conciertos).

23.10.11

Azuloscurocasinegro


Fue allá por mis locos de años de instituto cuando oí hablar, por primera vez, de esta película. Mi querido profesor de latín, Antonio, se la pidió a mi querida amiga, Leyre, para verla. A pesar de que su veredicto no fue del todo positivo (mientras que el de mi querido profesor de lengua, Antonio, sí), a mí, en aquel momento, me daba un poquito igual todo aquello: era joven, ignorante e ingenua. Aún así, y pese a todo, siempre me fié más de el criterio cinematográfico de mi querida amiga, Leyre (cuyo amor por esta película es grandote), a pesar de que esto no quiere decir que el de mi querido profesor de latín, Antonio, no fuese ciertamente exquisito. 

Años y años más tarde, habiendo dejado atrás el Bachillerato y la Selectivdad y llevando unos cuantos años de carrera, estaba yo haciendo zapping un día en mi casa. Ahora ya no disfruto de los miles de canales del Canal+ pero, cuando aún tenía acceso a ellos, me pasaba el día recorriendo todas las cadenas puesto que, aunque parezca mentira, tener 250 canales no implica que siempre haya digno de echarle un ojo. El caso es que fui a topar con la archiconocida Gordos. Si bien es cierto que la pillé bastante avanzada (y por ello no creo hallarme en condiciones óptimas de juzgarla), no me llamó demasiado la atención y me pareció un poco «sobrada», es decir, bastante cruel y con un uso exagerado del temita de siempre (el seso, sí, el seso). Aún entonces no sabía quién estaba detrás de estos dos filmes...

Entonces, el febrero pasado, me ofrecieron (mi querida amiga, Leyre,) ir a ver una cosa llamada Primos. Ni el póster de la película que poblaba el metro de Islas Filipinas ni el título mismo de la película despertaban en mí el más mínimo interés... Un momento... Yo de esto ya he hablado, ¿no? Sí, en efecto, lo he hecho. De todos modos, seguiré con mi argumentación y, si alguien quisiera saber más sobre la susodicha peliculeja, la palabra en rojo de arriba es una vía virtual hacia el conocimiento. Lo importante y lo que hay que sacar en claro de todo esto es el hecho de que al venderme la película, al intentar convencerme de que no era tan mala como habían hecho creer que era, me dijeron que era de Daniel Sánchez Arévalo. Pues bien, en ese momento, sufrí una especie de déjà vu (con regresión incluida) y empecé a pensar, con el cerebro y mente madura que viven dentro de mi cabeza hoy en día, que debía dar una oportunidad a las cosas y, sobre todo, a las personas y a sus opiniones, aunque no sean las mismas que las mías.

Es obvio que mucho no pueden compararse una película con otra, salvo que estés hablando de los actores y, entonces, puedes decir que son prácticamente los mismos. Azuloscurocasinegro no es comedia sino tragedia. Una historia triste y cruda sobre la realidad de, seguramente, más personas de las que puedo imaginar y que hace pensar, una vez más, en las suerte que tenemos de vivir las vidas que vivimos. Matizada con ciertas pinceladas de humor, a manos, claro está, del siempre irreverente Raúl Arévalo, te deja, sin embargo, una sensación agridulce. Acordandome estoy de la clase de Hermenéutica del otro día, en la que estuvimos hablando del pobre Edipo y su infinita retaila desgracias. Y, supongo, que es cierto aquello de que no es posible empatizar con alguien malo que hace cosas malas y al que, en consecuencia, le ocurren cosas malas; pero si ese alguien hace las cosas bien, tan bien como se espera de él y, aún así, la vida le pone delante una y otra vez obstáculos y dificultades, nuestra naturaleza humana nos hace sentirnos tristes y abatidos por las desgracias e injusticias que a un chico bueno le ocurrieron sin merecerlo. Sin duda, otro ♥♥♥♥ más que merecido para esta gran figura del cine español, cuya obra y trayectoria espero siga por el mismo camino por el que ha ido yendo y viniendo todos estos años.

5.10.11

Somewhere



¿Sabeís eso de que no sabes o conoces algo pero el día que lo aprendes empieza a aparecer por todas partes y a todas horas? Yo supongo que es porque una vez que lo sabes te fijas en ello más que si no lo supieras, que lo pasas por alto sin darle mayor importancia. Es uno de esos momentos en los que uno se siente «sabio» y se sonríe a sí mismo pensando que el día va a ir bien. Algo parecido es lo que me ocurrió con el grupo Phoenix, gran redescubrimiento de mi gran amigo Boris (puesto que la portada de su Wolfgang Amadeus Phoenix la había visto millones de veces en el ipod de mi primejo pero nunca me había parado a preguntar qué era aquello). Cuando uno ha interiorizado algo, ha hecho de ello un elemento de su amplio (o no tanto, eso ya depende de cada uno) imaginario mental, es inevitable que en un periodo de tiempo relativamente corto vuelva a aparecer de repente, por sorpresa y así, ya de paso, hacer que te lleves una grata alegría.

Yo no conocía a Phoenix y una vez les conocí me fui a enterar (ya dentro de la sala) de que la muchacha directora de este filme está casada con el cantante. ¡Casualidades de la vida! Claro está, no es de extrañar que la banda sonora estuviera adjudicada a Thomas Mars, su francesito marido, cosa de la que no tengo queja alguna. Por otro lado tenemos el hecho de que hasta que no vi Super 8 no era consciente de que Dakota tuviese una hermanita también sumergida en este firmamento del cinema, como diría aquí la amiga Lina Lamon, y, como no podía ser de otra manera, resultó ser asimismo la protagonista de Somewhere. Aún no tengo claro con cuál de las dos me quedo pero creo que Elle tiene una cara más dulce y quizá menos repipi que su hermana a su edad (porque en lo que se ha convertido con la edad es un universo paralelo). Y, como información adicional, aunque nada tenga que ver con epifanías fantabulísticas, estuve pensando durante toda la película que Stephen Dorff se parecía muchísimo a Bruce Willis en sus mozos años.

En cuanto al trabajo de esta italoamericana de apellido de renombre, únicamente he visto dos de sus películas y ambas me han gustado considerablemente, no obstante me parece mejor película esta que Marie Antoinette, cuya banda sonora es casi más genial que la de esta (y así se compensa la cosa y soy equitativa e igualitaria). Otra cosa que me asombra es que las opiniones y críticas de las películas no suelen coincidir con mis opiniones personales en muchos de los casos. Por ejemplo, tanto Las vírgenes suicidas como Lost in Translation (pendientes quedan las dos de echarles un ojo) tienen mejor crítica o recepción o como se llame que las dos de las que yo he disfrutado, claro que estas no he tenido la ocasión de verlas aún. Así como casi siempre que escucho un disco puedo adivinar cuál será el siguiente single y acertar en la mayoría de los casos, con las películas la cosa se vuelve algo peliaguda (nunca mejor dicho). También es cierto que puede que yo sea un tanto benévola y mi listón no esté por las nubes o mire las cosas de manera más simple, es decir, si me divierte o no y ya dentro de eso me pongo a pensar más sesudamente sobre el tema, no como hacía Platón, con eso de hacer críticas moralizantes de las cosas. No soy de esas personas que les sacan todo el jugo y el partido a los filmes, lo que no quiere decir que no tenga mis argumentos a favor o en contra de los susodichos.

Esta película me gustó. ¿Por qué? Me pareció una historia triste pero muy tierna a un mismo tiempo. Me emocionó y consiguió tocarme la patata (aunque aquí siempre creo que hace mucho el empatizar o no con las historias que las películas cuentan), me gustó la sutileza con la que Coppola contaba lo que quería y mostraba lo necesario en unos simples 90 minutos, sin necesidad de grandes desplegues técnicos ni artificios accesorios. La vida de dos personas, su relación y cómo esta iba desarrollando y como el personaje de Dorff iba ilumninándose, creciéndose, recobrando la alegría gracias a la mera compañía de su hija. Es una historia de soledad pero también muestra lo que tanto el amor como el dinero pueden llegar a conseguir o a destruir. Una apuesta nada pretenciosa sino más bien delicada sobre la existencia humana.

Obviamente, no puedo más que regalarle un y felicitar a su creadora por una película amable del verbo amar. Aprovecho también para recomendarla por si este finde alguien estaba pensando en ir al cine y no sabía muy bien qué ver; es una película diferente y especial, como poco. Eso sí, advierto: no juzguéis el fimle por el primer minuto y medio...


Ps. Olvidóseme escribir sobre la fabulosa L'affaire Farawell (♥) y preferiría olvidar que alguna vez vi ese gran bodrio llamado Bridesmaids ().