19.12.11

Caracol


Durante algún tiempo me mostré indecisa sobre si comprarme una entrada o no (pues sabía a que a este, de nuevo, tocaba ir sola). Al final me dije que si no la pillaba me arrepentiría de no haber ido y... ¡cuánta razón hubiera tenido! El primer concierto al que fui sola fue el de FOB (porque llegué tarde y, obviamente, no encontré a la gentecilla) allá por el 2009; el segundo concierto fue el de Biffy Clyro el pasado año; y Yellowcard, Saves the Day y Young Guns (cuyo guapete vocalista, Gustav Wood, es el prota de la foto de esta entrada) son los que han hecho de este mi tercer concierto al más puro estilo Han Solo. Sin embargo, y aunque pueda parecer extraño, estos tres conciertos se encuentran dentro del Top 5, siendo el de los de Glaswgow el mejor de todos a los que he ido hasta la fecha (aunque guiris borrachos sobrevolasen mi cabeza más a menudo de lo que me hubiera gustado).

Puesto que era la primera vez en la historia que Yellowcard se dejaba caer por aquí y siendo uno de los grupos más influyentes y escuchados en mi tierna (y no tan tierna) adolescencia, pensé que no estaría nada mal pasar con ellos unas horas rememorando viejos tiempos. Conocidos como «el grupo del violín» (cuyo dueño, Sean Mackin, estuvo para comérselo durante todo el concierto), siempre tuvieron un punto especial que les hacía destacar sobre el resto de grupos del mismo palo. Por otro lado, crearon una de mis canciones preferidas de siempre: 'Believe'. Quienes sean de mi quinta, sabrán y habrán experimentado el pasar largas horas escuchando el Ocean Avenue, tirados en la cama y con la mente perdida por los bulevares californianos. Bueno, no hacía falta mucho más para saber que aquello iba a ser homérico.

Por otro lado, creo que ha sido una de las primeras veces que he estado más que de acuerdo con la elección de los grupos. Por lo general, vienen grupos de este tipo con teloneros desconocidos o que no tienen mucho que ver con ellos, lo cual puede ser positivo o negativo y, desgraciadamente, suele ocurri esto último más a menudo. Pese a que Yellowcard fuese el cabeza de cartel, Saves the Day, como bien dijo Ryan, es uno de los grupos referentes en este movimiento popunkero o como quieran denominarlo. Yo reconozco que no los he escuchado salvo en esa superpotencia llamada Two Tongues, formada (¡atención!) por Max Bemis y Coby Linder (Say Anything) y Chris Conley y David Soloway (Saves the Day). Sabía que, a pesar de no haberles escuchado, no me iban a desagradar si es que no me sorprendían gratamente sobre el escenario, que fue justamente lo que hicieron. Chris Conley es una ricura de hombrecillo, con una manera muy graciosa de tocar la guitarra, y se portaron de fábula teniendo en cuenta que la gente no les hizo mucho caso y que, encima, se les fue la luz. Fue entonces cuando Chris dijo: 'We can't play in that shit!' (refiriéndose a la oscuridad, palabra que no supo pronunciar en español después de habernos preguntado, en español, cómo se decía). 

De hecho, Ryan (cantante de Yellowcard, para los que anden perdidos con tanto nombre) salió al escenario en una canción a cantar con ellos y al final del concierto les invitaron a subir al escenario con ellos. Los pobres debían de estar deseosos de una muchedumbre enardecida y no gente con cara de pasmarote, impertérritos y con orchata corriéndoles por las venas. Yo entiendo que allí prácticamente todo el mundo había ido a ver a Yellowcard pero hay que ser inteligente y no soltar cosas ofensivas contra Saves the Day puesto que, aunque no lo sepas, tus grupos prefes han mamado de ellos hasta hartarse así que un poco de respeto y silencio cuando la gente toca, aunque no te guste. He dicho.

Por último, ¿quién puede resistirse al encanto de los británicos Young Guns? Hará dos años, en uno de mis inumerables periplos a la capital inglesa, vi un cartel gigante con la portada del All Our Kings Are Dead, donde los anunciaban como el grupo revelación del año. Me quedé con el nombre pero no le di mucha importancia a aquello. En algún que otro número de la Kerrang! aparecieron pero tampoco les di una oportunidad seria hasta hace poco, cuando me enteré de venían con este magnífico elenco musical. Fue amor a primera escucha. 'Crystal Clear' la había escuchado ya antes pero no conocía más suyo que eso. Sinceramente, pienso que es un debut tremendo y tengo muchas ganas de escuchar Bones, cuando salga en febrero, tal y como Gustav nos dijo. Además, también dijo que volverían a dejarse caer por España de nuevo el próximo año así que esta vez me adecentaré los pelos y me llevaré cámara para sacarme alguna fotillo con el guapísimo frontman de la joven armada venida de Buckinghamshire.

Una vez presentados todos los grupos y algún que otro de sus integrantes, me veo en la obligación de decir que, musicalmente hablando, fue una pasada. Jamás había estado en la Caracol y, aunque el barrio tenga alguna carencia o exceso de ciertas cosas desagradables, lo que es la sala, me pareció excelente (salvo por el corte de luz y el calor asfixiante que acabó poseyéndonos a todos y tal). El escenario está elevado con lo que puedes ver muy bien a los grupos; la sala es alargada, no muy grande, y con una acústica, sinceramente, de las mejores de las que he podido gozar jamás. También es cierto, los directos que ofrecieron hicieron mucho por este punto musical pero creo que con la Joy es una de las que más me ha gustado, la verdad. Cuando conseguí dejar mi abrigo en el roperto (para el que tuve que esperar casi 30 minutos de reloj a la salida...), Young Guns estaban con 'D.O.A.' y me apresuré a entrar a la sala aunque ni un tercio de la pista estaba ocupada. Me abrí huequito y me posicioné estrategicamente a unos metros de Gustav, al que le podía ver esos preciosos ojos azules... 

En la cola había escuchado algún que otro comentario despectivo hacia el grupo, algo así como «mierdecillas» y, desgraciadamente, poca gente allí se sabía las canciones (aunque eso en este país está a la orden del día). Sin embargo, canción a canción, se fueron ganando al público. Gustav estuvo súper majo, la verdad. Nos estuvo contando lo del nuevo disco, que era muy guay poder tocar para tanta gente (pobre, éramos cuatro gatos a esas horas aún) y nos animaba a cantar y a saltar. Esto es algo bastante sorprendente porque para lo que acostumbran aquí a hablar los grupos... Y es normal, no te vas a poner a soltar parrafada tras parrafada si piensas que no te van a entender. Yo creo que, poco a poco, esto se está atenuando y eso está bien porque siempre mola que hablen, que interactuen un poco y te cuenten aunque, claro está, la música es lo primero. En definitiva, la gente acabó animándose y Young Guns dejaron una muy buena primera impresión  como aperitivo del concierto que eran. A mí, personalmente, me hizo mucha ilusión verles en directo y estoy más que decidida a ir a verles ya no como teloneros si no como cabeza de cartel el próximo año, esta vez acompañada, preveo.

Chris Conley y sus amigos hablaron bastante menos pero salieron al paso realmente bien de los múltiples fallos técnicos que sufrieron. La gente no estaba muy convencida (he de decir que, aunque canta bien, Chris tiene una voz bastante peculiar) y ni siquiera las cabezas se movían. Lo cierto es que a mí me gustaron las canciones. Es una música desenfada y mediomarchosilla y él es muy gracioso, de verdad. De todos modos, hay que entender que era el segundo grupo ya y que la gente estaba deseosa por ver a Yellowcard. A mí me dieron un poco de pena pero me lo pasé bien y, desde luego, me hizo muchísima ilusión ver y escuchar a una de las mayores inspiraciones en la vida de Max Bemis, uno de mis ídolos, he de confesar.

Yellowcard... ¿qué puedo decir? Estuvo mejor de lo que me hubiera podido imaginar; tocaron temazo tras temazo y, hablando en plata, lo petaron. Fue muy emocionante y muy emotivo verles después de haberles estado escuchando durante ocho años. Disfrutar de clásicos como 'Ocean Avenue', 'Only One', 'Way Away', 'Breathing', 'Lights and Sounds' y futuros clásicos del disco nuevo (¡que me gusta mucho¡), como la versión acústica que se marcó Ryan del 'Sing for Me', momento merecho total de la noche. Puedo decir que me lo pasé pecho y que lo disfruté como hacía mucho tiempo. Teniendo en cuenta que hacía dos meses que no iba a un concierto y que el último (The Kooks) no había sido muy del tipo de aplastujarse, de hacer pogos, de saltar y de desgañitarse hasta que el cuerpo no dé más de sí, es lógico que lo viviera, casi, como si fuera el primero (aunque aquel mítico 28 de junio de 2005 nunca podrá borrarse de mi mente, por muchos años que pasen).

Ps. He descubierto un método infalible para que nadie se te acerque en los conciertos: llevar las melenas al viento (sin haberte echado espuma previamente). ¡Hasta la próxima cita musical, jóvenes padawanes!

Ps2. ¡Feliz cumpleaños, binomito!

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