11.3.12

The Long Good-Bye


¿A que es bonita mi edición? Adoro Penguin pero creo que deberían molestarse en poner ese pequeño plieguito tan útil que llevan algunos libros y que evita que los cantos acaben como recién salidos de un baño de sales...

Tal y como ya me propuse hacer con V for Vendetta, algún día cogeré The Long Good-bye y anotaré todos esos finales de capítulo, todas esas disertaciones tan fantásticas que, como salidas de la nada, Chandler, a través del gran Marlowe, nos regala; y, por supuesto, todas esas frases sesudas y filosofadas que, tamizadas entre metáforas alimenticias, te dejan boquiabierto y te hacen pensar y pensar y pensar. Es fantástica esa sensación que a uno le embarga cuando se da cuenta de que está leyendo literatura con mayúsculas. Sé que al pobre Raimundo se le consideraba un autor menor porque escribía novela negra y policíaca pero, sinceramente, no sé en qué andarían pensando los críticos de la época. Su retrato de L.A. es una maravilla convertida en palabras y sus descripciones de los personajes que, a lo largo de la novela, van apareciendo es magistral; pero, sobre todo, Philip Marlowe es uno de los mejores personajes con los que he tenido el placer de encontrarme en mi humilde e inexperta vida lectora. Sé que no he de confundir creador y ser creado y que tras la fachada dura y el corazón tierno del detective privado se encuentra el genio del escritor californiano.

¿Con qué me quedo? Con su disertación sobre los tipos de mujeres rubias que existen, con su comentario sobre las ensaladas que se toman los hombres en los bares pero que les tirarían a sus mujeres si se las pusieran para cenar y con la cruda y espectacular fotografía que uno parece estar viendo de la ciudad de los ángeles allá por la década de los 1950 mientras lee las palabras de este diamante en bruto de la literatura norteamericana. Ni que decir tiene que lo recomiendo fervientemente; por último, debo dar las gracias a mi amiga cultureta por recomendarme uno de sus libros prefes que ha acabado, como no podía ser de otra manera, convirtiéndose en uno de los míos. Farewell, my lovely!

Ps. ♥♥♥♥

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