5.8.11

Dakota Skye


De vez en cuando uno tiene la suerte y el privilegio de ver una película «diferente». Estamos ya tan acostumbrados a la globalización, la occidentalización y la comercialización que, muchas veces, olvidamos que hay algo más allá de las fronteras que encierran a la archiconocida farándula de Hollywood, que hay vida detrás del famoso taquillazo estival. Siguen existiendo esos filmes poco pretenciosos y amables y eso directores que ven el cine como un arte mediante el cual uno se puede expresar y contar historias y cuya meta última no es, ni en millón de años, montarse en en dólar. Dakota Skye es una de estas excepciones, una de estas pequeñas maravillas en la sombra del séptimo arte. A uno puede gustarle o no, puede amar o aborrecer el cine independiente pero lo que uno jamás podrá negar es que esos 89 minutos son algo «diferente».

La película comienza con la siguiente declaración: 'My name is Dakota Skye. I'm eighteen years old, only medium-cute, and I have a superpower' (lo cual viene a decir que la chiquilla se llama Dakota Skye, que tiene dieciocho años, que sólo es medio monilla y que tiene un superpoder). De entrada, para aquí una servidora, ese último detalle es un factor que le otorga unos cuantos puntos de más a la historia. No quiere esto decir que todas las películas en las que uno o varios personajes tengan un superpoder me gusten, ni mucho menos. Sin embargo, en este caso concreto, se trata de una chica normal y corriente con ese pequeño toque mágico y especial, es decir, no es una superheroína que va luchando contra el crimen al más puro estilo de Pétalo, Burbuja y Cactus, lo que aporta algo «diferente», no convencional o tañido, pues, en muchas ocasiones, supone más una maldición que una bendición para la protagonista que, además de genio y carácter propio, tiene que sufrir en silencio (exacto) lo que le está ocurriendo, sin poder compartirlo por miedo al rechazo, a la burla, a la incomprensión.

Por otro lado, aprecio realmente cuando una película toma otro arte como sustento, como combustible y nutriente para desarrollar su propia historia. Esta película goza de una banda sonora que no pasa desapercibida, siendo asimismo la música la afición más importante de varios de sus protagonistas, que tienen un grupete e interpretan sus propias canciones a lo largo del filme. Estos pequeños detalles son los que dotan a películas de estas características de rasgos humanos, cercanos; son historias que, pese a sus elementos ficticios o ficcionales, permiten un mejor acercamiento y una mejor transparencia a y de los personajes, a los que podemos ver compartiendo cosas más allá de un guión establecido, cosas reales.

A fin de cuentas, esta historia, merecedora de un bastante «diferente» a alguno de sus predecesores, no es más que el amor que surge entre una superheroína y su monísimo «archienemigo», Jonah, acompañado de una música expresamente elegida para la ocasión. Pero es el desarrollo de la película, lo bien que está llevado (además de tener algún que otro puntazo) y, sobretodo, la relación que surge entre los dos protagonistas y cómo esta va evolucionando paulatinamente lo que es realmente digno de ver y de compartir. ¡Ah, por poco se me olvida! Dakota Skye tiene el superpoder de saber cuando alguien está mintiendo... La cosa se pone interesante, ¿verdad?

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